The Stephen Talkhouse es una esas salas donde es fácil encontrarte con la magia de la música en directo muuuuy de cerca. Si la gugeleas seguramente te salgan miles y miles de entradas pues se trata de un club de música internacionalmente reconocido. Ir a cualquiera de sus conciertos es algo mas complicado; se encuentra al este de Long Island en un pequeño pueblo llamado Amaganssett que se encuentra a unas 3 horas de coche desde New York City.
Era una noche de Junio de 2012. Mi compañera de viaje y aventuras… Fayna y yo nos plantamos en el Stephen Talkhouse para ver un concierto de una banda liderada por un tipo llamado Trombone Shorty. Jamás habíamos oído un álbum completo, era por entonces algo nuevo por descubrir. Solo habíamos escuchado algunas canciones sueltas en la cadena de radio publica wfuv. Fuimos hasta Amaganssett siguiendo la corazonada de que se trataría de un sábado noche perfecto de música con fuertes matices del estilo de las big easy bands de Nueva Orleans.
Algo que me fascina de esta sala es la proximidad física que tienes con los músicos, tristemente impensable hoy con esta mierda de virus que ha cambiado nuestras vidas. La cosa es que no solo estas literalmente pegado al escenario, si no que también se estable una curiosa intima conexión física y emocional.
La condensación de la humedad brillaba ligeramente a la fresca luz de la luna de aquel sábado de Junio. Algunos recién enamorados se acurrucaban en las aceras de Amaganssett, donde los primeros turistas del verano habían estado tomando helados horas antes. El Stephen Talkhouse lleno de gente fue transportado a las también cálidas y animadas calles de Nueva Orleans y el edificio fue completamente sacudido por los ritmos Big Easy de Trombone Shorty y su banda Orleans Avenue.
Las luces rojas y doradas del escenario centellean como brasas para anunciar la llegada de Orleans Avenue, un total de 8 músicos, que llenan el escenario con dos guitarristas, una sección de trompetas y un par de cantantes de respaldo. Un maestro de ceremonia se aproxima al micrófono moviendo la cabeza al ritmo de la música, y presenta a Troy Andrews también conocido como Trombone Shorty que es recibido con la respuesta entusiasta de la multitud mientras se pavoneaba triunfante con su trombón en una mano y una sonrisa brillante en su rostro.
A partir de ahí, la banda y Andrews establecen la atmosfera de la noche. Con su primera canción “Where Y’At?” la gente se levanta de sus sillas, las cuales van a ser abandonadas por las próximas casi dos horas de música en el escenario. Imposible estar sentados. Es impresionante ver a Andrews hacer lo suyo en el escenario. Toca la trompeta y el trombón con una autoridad magistral. El guitarrista Pete Murano eleva la energía del lugar cada vez que pasa los dedos por el cuello de su guitarra. Al cabo de un rato te das cuenta que no se trata de los individualismos de cada uno, no existe una estrella en el escenario. Es la banda al completo la que brilla funcionando como una maquina perfectamente engrasada.
Como broche final y siguiendo la tradición de los grupos de Big Easy. La banda empieza a tocar “Sunny” de Louis Armstrong, y bajándose uno a uno se van abriendo paso entre el publico deslizándose hacia la calle al ritmo de la música. La gente poco a poco les van siguiendo organizando todo un desfile musical en el exterior del local al mas puro estilo New Orleans.
Uno de mis sueños es algún dia ir al Mardi Gras de New Orleans. Pues bien, aquel sábado de Junio Trombone Shorty y Orleans Avenue me llevaron a Mardi Grass.
La canción Tripped Out Slim del álbum publicado en 2017 Parking Lot Symphony.