Hoy traigo al programa una de esas canciones que te acompañan en la vida en distintas etapas. Y ambas, dulces. De recuerdos que te hacen sonreír.
La primera vez que la escuché fue cuando me la grabó mi primera novia en una de esas cintas que nos intercambiábamos los adolescentes en los años 80. Ah, dulces recuerdos. Incómodas cintas que a veces se enganchaban en el radiocassette. Pero dulces recuerdos de esos intercambios de… cinta dedicada para allá, cinta dedicada para acá.
La segunda vez que volvió con fuerza fue muchos años después. La canción fue una de tantas que habían sonado en mi coche. Y mi hijo mayor, entonces un niño que todavía no había desarrollado su propio gusto musical, le dijo a otra niña de su edad…. ¿no has escuchado nunca esta canción? Y yo, que asistía embobado a la escena, no daba crédito de que un niño hablara con admiración de una balada tan bonita, tierna y delicada como es este Yolanda de Pablo Milanés.
Y que además compartiera su descubrimiento con otra niña de su edad.
Ahí es cuando entendí que, por muchos años que pasen, hay canciones que se vuelven eternas. Que pasan de cinta en cinta. De mayores a pequeños. Y de unos oídos a otros en un fluir constante que es la vida.
Aquí va mi apuesta de esta semana. Y a ver con qué versiones nos sorprenden mis compañeros de podcast, Juan y Abraham.