«Esta es una canción que se llama Pongamos que hablo de Madrid, y es una historia de amor y de odio a una ciudad invivible pero insustituible. Es una letra que yo hice sobre una melodía de Antonio Sánchez, que es este chico».
Así presentaba el maestro de las letras JOAQUIN SABINA su famosísima canción PONGAMOS QUE HABLO DE MADRID cuando la tocó en directo para el álbum colectivo (y ya mítico) de La Mandrágora.
Sí, ya lo sé. Me vas a decir ¿pero Sabina odia esa canción con lo fantástica que es y con la de veces que la ha tocado en directo? Pues verás. No la odia entera. Pero sí que llegó a sentirse incómodo por una de sus estrofas.
Cuando la compuso y la lanzó en el año 1980 finalizaba la canción diciendo…
Cuando la muerte venga a visitarme
Que me lleven al sur donde nací
Aquí no queda sitio para nadie
Pongamos que hablo de Madrid
De esta forma, Sabina expresaba su deseo de que le enterraran, llegado el día, en Úbeda, provincia de Jaén, ciudad que vio nacer al artista hace ya algunos años.
Pero, claro, el roce hace el cariño. Y Sabina ha vivido ya tantos años en la capital, que empezó a sentirse molesto con esta última estrofa. Y así, empezó en los conciertos a cantar otra versión más amable con su ciudad que tanto le ha arropado…
Cuando la muerte venga a visitarme,
no me despiertes, déjame dormir,
aquí he vivido, aquí quiero quedarme,
pongamos que hablo de Madrid
Y de paso se llevaba los aplausos del público agradecido por esa última voluntad del artista.
Pero por paradojas de la vida, así suena la canción que quedó registrada para la historia con esa última estrofa antes del cambio de este PONGAMOS QUE HABLO DE MADRID.