Hey cats, ¿cómo la vida en vuestros callejones? Anochece pronto. Caminas bajo la lluvia embozada en tu abrigo, del que solo emerges cuando atraviesas el umbral de ese sitio, tu sitio. Notas el calor, el vaivén de los camareros y sobre todo el piano trepidando al fondo del garito, y entonces empiezas a bailar.
Hemos llegado a 1923, y vamos a escuchar el Charleston. El auténtico y original. Este ritmo de baile, nacido en Carolina Del Sur, y que se llama así precisamente por la ciudad portuaria donde se originó, Charleston.
Cuenta de hecho la leyenda, que el origen de estos frenéticos pasos de baile al ritmo de un swing sincopado en compases de cuatro por cuatro, está precisamente en los movimientos que hacían los estibadores de los puertos para cargar y descargar mercancías. Otras fuentes atribuyen su origen a una síntesis de danzas africanas, a los que se suman los populares pasos de baile jay bird, gran parte de foxtrot y algunos ingredientes de la juba, un baile afro americano que incluye taconeos como el claqué, palmas y palmadas en las piernas que uno mueve ágilmente hasta dislocarse.
Un par de cosas están claras. La primera es que fue un baile que rompió todos los esquemas en las dos orillas del Atlántico. El más alegre, crepitante y explosivo de la era moderna. Con movimientos sin igual, coreografiados en ocasiones y en otras completamente abiertos a la improvisación. Según nos cuenta El Periodic, en Inglaterra, la gente bailaba en las calles y en las plazas, a menudo causando atascos. No obstante, muchos arremetieron violentamente contra el nuevo baile. El Daily Mail incluso llegó a llamarlo «una reminiscencia de los ritos orgiásticos de los negros».
La segunda cosa que está clara es que en el nacimiento de este baile tuvo que ver nuestro primer artista de hoy James Price Johnson, un verdadero pionero del stride piano, ese estilo cercano al ragtime que ya hemos escuchado en nuestra sección en más de una ocasión, en las manos de Fats Waller por ejemplo. Nacido en 1894, James P. Johnson fue uno de los héroes de las primeras grabaciones de jazz de la historia, y desde luego, fue la inspiración directa de Count Basie y Art Tatum, y una influencia enorme para Duke Ellington o el propio Fats Waller que fue su estudiante.
Aquí tenemos, queridos cats, el tema que, compuesto en 1923, dio origen a un estilo de baile, que fue una auténtica revolución, y al mismo tiempo, el signo de identidad de toda una época. James P. Johnson toca para nosotros Charleston.