Dicen que La Llorona es el alma que vaga en pena de una mujer que ahogó a sus hijos y que, arrepentida y maldecida, los busca ahora por ríos, calles y ciudades. Dicen que si te cruzas con este fantasma lo reconocerás por su llanto incesante y un tanto aterrador.
La Llorona es una de esas leyendas que bucea muy, pero que muy hondo en un glorioso pasado maya de la cultura mexicana.
La Llorona es también una de esas canciones cuyo origen se pierde muy, pero que muy atrás. Hasta el punto de que no se sabe qué fue antes. Si la leyenda o la canción. O siquiera si la una tiene relación con la otra.
De la canción La Llorona hay casi tantas versiones como intérpretes. Y además muchos añaden, quitan o retocan alguna estrofa. Hasta 121 estrofas diferentes se llegaron a contabilizar en una ocasión en un Cancionero Folclórico de México.
Pero si alguien ha sabido ahondar en la tradición más pura del folclore mexicano. Si alguien ha sabido llevarse esta canción a su río y desnudarla completamente, para a continuación vestirla sólo con una guitarra y una garganta única… es ELLA. Así. En 4 letras mayúsculas que son sinónimo de autoridad.
¿De quién hablo? De Chavela Vargas. Chavela paseó por medio mundo esta canción convirtiéndola en una de sus imprescindibles allá donde actuara. Y si paras un momento lo que estés haciendo, si le dedicas unos minutos de concentración a la siguiente canción, entenderás por qué. Igual hasta te apetecerá pegar un buen trago del más amargo tequila y ponerte a cantar junto a ella como si te acabaran de conceder la nacionalidad mexicana…