Tengo el corazón partido amigos y amigas. Estoy enfadado, estoy asustado, estoy cansado, aunque no exhausto. Estoy indignado por la repugnante injusticia de un grupo de policías que valoran tan poco la vida. Y se que muchos y ojalá todos los que escucháis esto puedan decir “yo también”. A lomos de una pandemia, este país esta en una guerra contra la injusticia y el racismo…y no solo el racismo a secas…si no el racismo sistemático que ya se instalo en esta sociedad hace muchos años. Y hoy, ahora mismo en este momento parece que no hay esperanza. Se que si, pero ha sido devastador y aterrador el haber visto morir tanta gente en Nueva York y en todo el mundo en los tres últimos meses. Y ahora es difícil de procesar ver tanta violencia en las calles de nuestras ciudades y pequeñas empresas siendo destruidas cuando las personas ya han perdido tanto.
Desafortunadamente, este no es un problema de unos cuanto policías corruptos, racistas e indignos que solo merecen estar en la cárcel. Es un problema mucho mayor…es un problema de desigualdad, falta de recursos, sin oportunidades: falta de una buena educación básica y programas extraescolares como proyectos de arte que eleve a los jóvenes que no crecen con el privilegio de convertirse en lo mejor de ellos mismos. Como profesor nuestro trabajo está dedicado a permitir que nuestros estudiantes brillen, que tengan un futuro, que desarrollen valores, determinación y confianza y sean comunicadores que traigan cambios y mejoren nuestro mundo. Nivelar el campo de juego aliviará tantos problemas en nuestras comunidades y ciudades. Todos y todas deberíamos tener las mismas oportunidades sin distinciones de raza, sexo, religión, color o etnia.
Pero si, tengo esperanza, y pienso que entre todos podemos ayudar a resolver este y muchos otros problemas. Todos tenemos algo que dar si miramos a nuestro alrededor para abordar la desigualdad en nuestro país, los problemas que enfrentamos hoy serían mucho menores. Hablar, y solo hablar, no resuelve nada: hay que hacer algo y se necesita sacrificio.
Esta semana tomo prestada la maquina del tiempo que habitualmente pone en marcha mi gran amigo y una de las mentes con mas talento e imaginación que he conocido…con tu permiso Abraham López Guerrero…esta semana me subo al DeLorean con fecha a 1939. En ese año Billie Holiday grabo una de sus canciones emblema Strange Fruit.
La letra de la canción viene de un poema escrito por un vecino del Bronx cuyo nombre es Abel Meeropol y que firmo bajo el seudónimo de Lewis Allan. Se trata de una protesta contra los linchamientos a los negros del sur de Estados Unidos. Allan se inspira en una fotografía tomada en Indiana de los linchamientos de Thomas Shipp y Abram Smith.
¿Por que los colgaron de un árbol por el cuello? La respuesta es sencillamente horrorosa y repugnante…por haber nacido negros. En aquellos años, y especialmente en el sur, estaba socialmente aceptado ver a un negro colgando de un árbol…los niños y niñas crecían viendo esas escenas que en algunos casos sus propios padres y madres habían puesto en marcha. Ese modelo es adoptado y se va pasando de generación en generación y es cuando ya hablamos de un cáncer instalado en toda una sociedad…el racismo sistemático.
Creo que Billie tenia unos 23 años cuando cantaba por primera vez esta canción en los clubes de Nueva York. Nina Simone dijo “es la canción más fea que he escuchado. Fea en el sentido de que es violenta y desgarra las entrañas por lo que los blancos le han hecho a mi gente en este país”. Es una canción tan maravillosa que docenas de cantantes han intentado de poner su firma en ella, pero la interpretación de Holiday es tan potente que ninguno de ellos o ellas ni siquiera se acerco a superarla. En 1999, la revista “Time” nombro a su primera versión de estudio como “la canción del siglo”.
Los linchamientos masivos ya estaban en declive en el año en que Billie Holiday cantaba esta canción. Pero hoy, año 2020 seguimos siendo testigos de escenas de autentico odio.
Los árboles del sur dan una fruta extraña
Billie Holiday
Sangre en las hojas y sangre en la raíz.
Cuerpos negros balanceándose en la brisa del sur
Extraña fruta colgando de los álamos
Escena pastoral del sur galante
Los ojos saltones y la boca torcida
Aroma de magnolia, dulce y fresco.
Entonces el repentino olor a carne quemada
Aquí hay una fruta para que los cuervos puedan arrancar
Para que la lluvia se pueda juntar, para que el viento la pueda chupar
Para que el sol la pudra, para que el árbol la deje caer
Aquí hay una cosecha extraña y amarga