El pasado puede servir de refugio en tiempos de miedo y dolor. Hoy hablaremos de un habitual en esta sección, Michael Kiwanuka quien con su segundo álbum “Love & Hate” nos sumerge en una desesperación romantizada y perfectamente estilizada. El trabajo al completo contiene lamentos de aislamiento, desamor, dudas, desesperanza, injusticia racial, anhelos y a pesar de todo esto, los acordes que aterrizan en nuestros oídos están llenos de lucha…nos empujan a abrir los ojos y luchar por todo lo que merece la pena.
El single principal del álbum nos pregunta: “Amor y odio, ¿cuánto más se supone que debemos tolerar?». Michael nos plantea esta pregunta pero luego nos dice en voz baja: “No puedes derribarme”. No lo dice en voz baja por falta de convencimiento, te lo dice en voz baja a ti…en un momento íntimo entre tus oídos, su voz y las notas que construyen sus canciones.
El LP publicado en 2016 se basa en gran parte en un amplio sonido retro. El modo en que cada sonido de cada instrumento se mezcla entre sí, coloca a Kiwanuka en un imperio de orquestas llenas de cuerdas y corales sin palabras con un exquisita reverberación y distorsiones de sintetizadores estáticos.
No quiero sonar viejuno, pero antes de la era digital, antes de que internet irrumpiera en nuestras vidas y las redes sociales explotaran en nuestras caras… antes de que las fuerzas digitales nos empujaran cada vez más deprisa, más deprisa, más y más… Antes de que la información se devaluara y mutara dependiendo de quien la contara en plataformas masivas que llegan a cada rincón del planeta… Antes de que la verdad tuviera miles de millones de caras dentro de un libro lleno de ruido… Antes de que el murmullo de 0’s y 1’s estuviera escrito en nuestro ADN… A uno le da la sensación, o al menos a mi, e insisto… ahora sueno viejuno…que antes nos ilusionábamos más por las cosas pequeñas, por los detalles que cuestan ver.
En ocasiones, esas cosas pequeñas se transformaban en núcleos importantes de nuestras vidas. Ahora parece que estamos perdidos en la imagen del todo, la cual eclipsa a esos pequeños detalles que no nos deja apreciar.
Me pregunto algo que no tiene demasiado sentido, como cuál habría sido la respuesta del público a Michael Kiwanuka en los 60, en los 70… en los 80. Lo que quiero plantear con todo esto… es que Michael Kiwanuka es para mi el Marvin Gaye de nuestros días, y por alguna razón su voz… su música… no está siendo recibida con todos los detalles y pequeñas pero importantes cosas que contienen. La cosa es que forma parte de nuestras vidas y entre otras cosas sirve de espejo donde ver nuestros sentimientos, incluso los sentimientos más hundidos que solo el arte puede sacar a flote, a la luz, donde pueden respirar en un espacio donde somos más humanos.