Ella y Luis, ambos llegaron a la música escapando de las drogas, la pobreza y las calles. Él escapando del crimen, ella de abusadores y maltratadores. ¿Entendéis ahora lo que quiero decir con esa dulzura sublime nacida del infierno? La voz de Ella tiene una ternura infantil y, al mismo tiempo, el poder de alcanzar tres octavas, y la capacidad de jugar con los sentidos inventando fantasías vocales que, queridos cats, vienen directamente desde el cielo.
Hoy no voy a hablar mucho. Quiero gastar el tiempo que maese Readman me otorga escuchando a Ella con vosotros. Deciros solo que fue en 1934 y con solo 17 años el momento en el que Ella se subió por primera vez a un escenario, el del teatro Apolo, una noche de concurso de talentos. Lo curioso es que ella planeaba bailar, pero el miedo escénico hizo que se decantara por el cante. Ganando el primer premio de esa noche Ella dio el primer paso de su carrera, un paso que la llevó de cantar en las calles de Harlem mientras su primo pasaba la gorra a ser una de las reinas del jazz, junto a Billie y Sara. Puede que la más reinante y feliz de las tres, porque Ella, recorriendo con su vida un camino empedrado sobre la lucha contra el racismo y la discriminación a golpe de música y voz acabó siendo galardonada, como nos cuenta Alex González en su artículo de los blogs de ABC, con la “Medalla Nacional de Las Artes” que entrega el Congreso de los Estados Unidos, y también con la “Medalla Presidencial de la Libertad” que es el honor no militar más alto que existe en la tierra del algodón.
En 1937, Ella era la voz principal de la banda de Chick Webb, y estaba a punto de saltar al estrellato. Pero, queridos amigos felinos, vamos a hacer un salto en el tiempo dentro de nuestro salto en el tiempo, porque si bien en aquella época nació Ella Fitzgerald la cantante de pop y de swing, nosotros estamos mucho más interesados en Ella la compositora, la creadora. Y si queremos conocer esto, hay que escuchar a Ella cantando en directo, en Berlín en 1960 y entender cómo una voz puede trascender en el jazz a convertirse en una verdadera creación improvisada despegando de la letra, de la melodía y abriéndonos las puertas a esas sensaciones que únicamente tiene el jazz. Ella nació en el blues, y por sus venas corría el swing, también la esencia del delta del Mississippi y el penetrante ritmo sureño de Nueva Orleans pero ella llegó a una nueva cota musical haciendo volar su scat, su modo de canto vocal improvisado, que, al menos a mi juicio la convirtió en un exponente del bop tan importante como puedan ser Miles o Bird.
Como todo esto es muy difícil de expresar en palabras para un musiquista y musiquillo aficionado como yo, lo que vamos hacer es viajar hasta ese DoitChlandhall de 1960 y vamos a escuchar HOW HIGH THE MOON o hasta dónde puede llevarte Ella Fitzgerald si le dejas.
En algún lugar hay música
Ella Fitzgerald – How High The Moon
¿Cuánto de débil es la melodía?
En algún lugar hay el cielo
¿Cuánto de alta esta la luna?
No hay una luna arriba
Cuando el amor está también tan lejos
Hasta que se haga realidad
Y me ames como yo te amo
Queridos cats, arañazos y ronroneos para todas y todos, nos vemos en el destello de una trompeta cualquiera.