Es la primera y única vez en que Eilish deja que su voz suene fuerte.
Una composición inspirada en la vida real y tras lo que le pasó en una fiesta con sus amigos.
La canción es una mezcla de una historia macabra con una felicidad retorcida.
Un tema algo siniestro, incluso diría que tétrico, donde su protagonista tiene pesadillas.