Voy a terminar con una confesión, con una carta de amor. Una carta de amor al tiempo, a Scott Joplin, al ragtime y al nacimiento del jazz. Pero sobre todo una carta de amor a una película. El curioso caso de Benjamin Buttom.
Sucede que esta película es casi como nuestra sección hecha película. Camina hacia adelante, pero hacia atrás. Pero ponte que no existiera este paralelismo en ese viaje en el tiempo. Ponte que solo fuera la historia de un ser extraño y perdido en el Nueva Orleans de principios de siglo. Un niño criado por criados negros y viejecitos moribundos.
Imaginaos que no fuera un canto a los marineros sin rumbo, a los desarraigados. Imaginad que no se tratase de un Brad Pitt al que es imposible no amar con toda el alma, y una Cate Blanchett que es al mismo tiempo todo lo que puede haber de adorable en un ser humano.
Imaginad que fuera solo la película cuya banda sonora es esta pieza. Arañazos y ronroneos para todas y todos, nos vemos en el reflejo de una trompeta cualquiera.
Compuesto por Scott Joplin en 1905 Bethena: A Concert Waltz