Antes como ahora la sociedad gustaba de juicios rápidos y escandalosas condenas instantáneas de uno y otro lado, y sin embargo con Josephine no pudieron hacer más que rendirse a la evidencia estrepitosa de que en todo lo concerniente a ella, lo único que podían hacer era aprender.
Fue amiga personal de Grace Kelly, quien la ayudó económicamente para salvar su castillo Chateau Des Millandes, habitado por su «Tribu del Arco Iris» integrada por niños de distintas nacionalidades razas y religiones que Josephine adoptó a lo largo de su vida, en su afán de demostrar, siempre con el ejemplo y la realidad, que todos ellos podían crecer y vivir en paz como verdaderos hermanos. Durante la ocupación alemana de Francia usaba sus partituras para ocultar mensajes de la resistencia, como puede leerse en el más que recomendable libro «Josephine contra Hitler» de Charles Onana. En los 50, a pesar de estar afincada en Francia, apoyó a todos los niveles la lucha por los derechos civiles contra el racismo, siendo la única mujer que habló oficialmente en el discurso de la marcha de Washington liderada por Martin Luther King. Después de su asesinato, la viuda de Martin Luther King, Coretta Scot King le ofreció ser su sucesora en el movimiento por los derechos civiles, oferta que ella declinó. Al final de sus días, Josephine recibió la medalla de la legión francesa, y fue la única mujer de origen estadounidense en recibir honores militares en su funeral. Y todo esto lo consiguió una bailarina descocada vistiendo una falda de bananas, acompañada de un leopardo, y bailando con frenesí al paso del charlestón.
Murió plácidamente el 12 de Abril de 1975, poco después de celebrar sus 50 años en el escenario, acompañada de Sophia Loren, Mike Jagger, Shirley Bassie, Diana Ross y Liza Minelly. Esto significa que yo solo he vivido en un mundo en el que aún respiraba Josephine Baker tan solo un mes y doce días. Suficiente para estar inmensamente agradecido. Mi vida, mis robots, monstruos, naves y dimensiones, mi amor por el jazz y el vodevil, y mi manera de entender la creación y el arte como ejercicios fundamentalmente políticos y morales, sin dejar de ser por ello ni un ápice fantásticos y exuberantes, metafóricos e irreales, le debe mucho a la figura de Josephine Baker. A su legado, su estilo, su vida, su compromiso con su arte personal y su manera de entender la sociedad, lleno de contradicciones, de sinsentidos, de quiméricos aciertos y abrumadores fracasos, los unos y los otros cargados de fuerza, inteligencia, riesgo y autenticidad.
Queridas cats, con todas vosotras, rescatada de la época dorada de Josephine Baker os dejo con I’M FEELIN’ LIKE A MILLION. Arañazos y ronroneos para todas y todos. Nos vemos en el destello de una trompeta cualquiera.