Llevamos ya una semana de este 2021 y qué primeros siete días tan intensos…
- Una turba toma e invade el Capitolio al completo en un intento de golpe de estado.
- Joe Biden es confirmado oficialmente como el próximo presidente.
- Un alud de empleados, oficiales y ministras dimiten en la Casa Blanca.
- El presidente, que dejará de serlo el 20 de enero, es suspendido de sus redes sociales
- Madrid colapsada por una nevada sin precedentes.
Echo de menos aquellos días en los que solo nos preocupábamos por una pandemia. Es como si esta semana hubiera salido de una de esas películas de terror de serie B diciéndonos… ¡soy yo! ¡Todavía soy 2020!
El miércoles pasado, el todavía presidente dejaba de ser el comandante en jefe de una nación para convertirse en gasolina para el fuego, en instigador de una masa ciega que no es capaz de ver la verdad y luego en un silencioso espectador de televisión observando lo que sus palabras habían ocasionado. Murieron cinco personas… cinco vidas por una causa basada en la mentira, el rencor y un presidente que no le importa nada ni nadie excepto él mismo.
Esa gente rompió mis ventanas y ocupó violentamente mi casa… la casa de todos los ciudadanos y ciudadanas de Estados Unidos, la casa que nos representa a todos y a todas en esta nación. Se derramó sangre en el suelo y se intentó violar una democracia de más de 200 años.
Lo que pasó el miércoles es lo que ocurre cuando no se hace una transición de poderes pacifica. Al final, la democracia triunfó… las dos cámaras se reunieron de nuevo e hicieron cumplir la ley… Joe Biden será el presidente numero 46 de Estados Unidos. Ahora es el momento de hacer las cosas mejor, de no mirar a alguien de otro partido político como un enemigo, sino como un compatriota o un camarada con el que trabajar para mejorar nuestras ciudades y pueblos. Amigos y amigas…¿cuándo vamos a dar una oportunidad a la paz? De verdad.