¿Cómo va la vida en vuestros callejones? ¿Preparados para hacer otro de nuestros saltos cuánticos? Pues vamos allá.
Es ya casi tradición que nuestra epistolar se centre en estilos de música anteriores al rock usualmente de raíz negra. Pero hemos pinchado tango, ópera y copla en aras de seguir nuestra labor de recordarnos a todos que la música no acaba ni empieza en el pop and rock.
Pues hoy voy a pincharos a la única e inefable Raquel Meller. Precisamente porque 1911 fue el año de su debut en el teatro Arnau de Barcelona. Nacida en Tarazona en 1888, Francisca Paca Marqués López ha sido una de las más grandes cantantes, actrices y cupletistas españolas de todos los tiempos. Paradigma de la artista liberada y libertaria, conquistadora de escenarios en todo el mundo, destructora de fronteras y barreras. Y si ya fue injusto que muriera sumida en el olvido al final de sus días, en 1962, cuando irónicamente la muy bella pero muy mediocre cantante Sara Montiel cantaba sus canciones, más injusto aún es que no se la recuerde y se la reivindique hoy en día como la más grande entre las grandes.
Antes de escuchar a Raquel os referiré dos pequeñas anécdotas. La primera, casi una recomendación. Visitad este verano Bilbao, y en su Museo de Bellas artes, cuando veáis el cuadro La Venus de la Poesía de Julio Romero de Torres estaréis viendo a Raquel Meller y a su marido y compañero de desventuras varias , el escritor guatemalteco Enrique Gómez Carrillo.
Para la segunda anécdota necesito que veáis Luces de La Ciudad, la magnífica película de Chaplin de 1931. Si lo hacéis estaréis viendo una prueba de la patrañosa manera en la que el genio Chaplin intentó apropiarse sin éxito, porque tuvo que aflojar la mosca finalmente, del talento de Raquel Meller y el maestro de maestros Jose Padilla.
Quiero, a tenor de esta mención a Chaplin, dedicarle esta canción a todos aquellos artistas y estudiosos que sí se dedican a bucear en nuestra historia y rescatar a nuestros grandes artistas que por el mero hecho de ser españoles y no anglosajones no llegaron al lugar que merecían haber ocupado. Ejemplo claro es el talento de Raquel, pero también el payaso Marcelino Orbés de quien tantas ideas tomó prestado Chaplin para Charlot. Gracias al Maestro Pepe Viyuela, y al as productoras y productores del documental Marcelino, el mejor payaso del mundo que hemos podido ver este 2020 pasado. Sirva esta canción para recordarnos lo muy orgullosos que podemos estar de nuestro legado artístico inconmensurable, de nuestra cultura y nuestro talento en España.