Para nuestro segundo tema de hoy volamos raudamente de vuelta a los Estates. Y diréis, tratándose de 1933, está claro que lo que vamos a hacer es asistir en el Radio City Music Hall o el RKO Roxy de Nueva York al estreno de King Kong. Pues, podría ser, porque es una de esas películas que amamos con locura. Pero no. Volvemos a casa, al delta del Mississippi a escuchar Blues. A escuchar a Robert Johnson. Sí, ese Robert Johnson, ese del que cuenta la leyenda que para tocar como lo hacía, vendió su alma al diablo en un cruce de caminos.
Probablemente estemos hablando del músico de blues más influyente de todos los tiempos, el abuelo del rock, como le apodan a pesar de haber muerto a los 27. Sin él, no hubieran existido Los Rolling, Led Zeppelin, Jimi Hendrix o John Fogerty, por citar unos pocos. Cuenta la leyenda que cuando Keith Richards lo escuchó por primera vez dijo «la guitarra solista es buenísima, pero la de acompañamiento también lo es». No, querido amigo Keith. Se trata solo de una guitarra.
Con todos vosotros, queridos Cats, grabado en algún momento entre el 36 y el 38, el prodigioso Robert Johnson toca para vosotros I Believe I’ll Dust My Broom. Arañazos y mordiscos para todas y todos. Nos vemos en el destello de una trompeta cualquiera.