Y ahora amigas y amigos, vamos a hablar un poco de blues. En estos primeros años del siglo XX, en las zonas rurales más deprimidas del sur de los Estados Unidos, nace una nueva forma de expresión. Nace de la pobreza, de la marginación, de los últimos vestigios de esclavitud, los lamentos característicos de pregunta y respuesta de las plantaciones de algodón, pero también de un poderoso sentido de comunidad, de identidad social, yo diría que una mezcla única de melancolía y luz, de unidad y celebración de la pura esencia de la vida, por amarga que sea. El blues hace referencia a los blue devils, los diablos azules, que son la depresión y la tristeza.
Definir el blues en sí mismo creo que me supera como aprendiz, como estudiante de la música negra. Puedo a lo sumo intentar marcar unos trazos. Veamos, en esencia se trata de un conjunto de estructuras musicales que si bien son bastante concretas, es cierto que tienen muchas variaciones y una evolución propia. Una repetición de doce compases es una de esas características, conteniendo estos una secuencia de notas muy característica, las llamadas blue notes, que pueden viajar dentro de distintas tonalidades. Es decir, comprenderá unas notas u otras según empiece la escala elegida en notas más bajas o en notas más altas. Esta secuencia consiste en, según la escala donde comience la tonalidad, o sea la tónica (un blues en do, un blues en fa) consiste como digo en comenzar por la tercera menor, después tercera mayor, quinta justa, sexta mayor, octava justa y séptima menor.
La esencia de mi reflexión, de mi poema de hoy sobre el blues es la siguiente. Una música desarrollada por esclavos, por oprimidos en las barriadas del sur, por negros pobres, primero conquista las grandes ciudades unas décadas después. Nueva York, Chicago, San Francisco. Y ya de comienzo hace millonarios a algunos magnates que ven la fuerza de esta música popular y su capacidad de conmover al gran público. Pero la cosa no acaba ahí. Esas estructuras son absorbidas por el rhythm and blues primero, y el rock and roll después, y hete aquí que la invención de unos autores que en gran parte murieron sumidos en la pobreza cuando no en el más rotundo anonimato, sin ningún derecho autoral reconocido, inmersos en un mundo devastado por la miseria el alcohol la represión y las drogas, constituyen la base de la música que por encima de casi cualquier otra cosa es la seña de la cultura Norteamericana. El rock and roll. Luego viene Elvis, y los Rolling los Zeppelin y todos los demás, y usando como base esas mismas estructuras rítmicas, esos compases, la esencia del blues, vuelven a levantar un dineral y hacer nuevamente millonarios a casi los mismos magnates, casi todos ellos blancos.
¿Vosotros pensáis que esto está suficientemente explicado en las escuelas, en los libros de música? Yo por mi parte creo que es una de las numerosas metáforas que nos brinda la historia una y otra vez de cómo hay pioneros que de verdad descubren y trabajan, que lo hacen sufriendo, sintiendo y creando, y como luego llegan hordas que básicamente viven de ese trabajo auténtico y mercadean con él, lo exprimen, se lo atribuyen y básicamente hacen de ese ejercicio de apropiación una forma de vida.
¿Y mientras tanto qué siguen haciendo los negros del sur de los Estados Unidos? en las barriadas y los suburbios? siguen haciendo blues. Es lo que tienen. Es lo que son. Necesitan hacer blues, y el blues les necesita a ellos. Aquí es cuando nuestro poema se vuelve luminoso y optimista. Seamos entonces como esos pioneros, como esas mujeres y hombres y sigamos haciendo blues y si no, también podemos escucharlo. Mamie Smith y sus Jazz Hounds cantan Frankie Blues.