Estamos en 1941, no la película de Spielberg sino el año de nuestro señor. Si hablamos de libros ese año Enrique Jardiel Poncela escribió Los Ladrones somos gente honrada, Jorge Luis Borges El Jardín de Los Senderos que se bifurcan, Agatha Christie Maldad Bajo el Sol y Virgina Woolf Entre actos, aunque esta fue publicada póstumamente porque ella murió el 28 de marzo de este mismo año. Para que nos ayude a entender esto de los viajes en el tiempo os diré que este 1941 nacería Hayao Miyazaki, el genio de la animación japonesa, y Joan Baez, Graham Chapman, Jon Lord (el teclista de Deep Purple), Julie Christie, Bob Dylan o el genial dibujante español Ivà.
Podría haber elegido como el tema de este año, la versión que el pianista Fat Waller hizo de Georgia on My Mind porque es algo verdaderamente prodigioso. Pero he elegido que el protagonista de este año no sea otro que Cab Calloway por unos cuantos motivos disparatados.
El primero es que en 1941 Cab Calloway echó de su banda a Dizzy Gillespie. Y fue un hecho injusto, porque no fue Dizzy quien escupió a Cab sino Milt Turner, el batería de la banda, y lo hico por error. En cualquier caso fue ese día, en el que cab Calloway le echó de la banda, el día en el que nació el Dizzy Gillespie que conocemos, bromista, genial y muy divertido, muy similar a Cab Calloway si uno lo piensa bien.
El segundo motivo es que Cab Calloway grabó esta canción por primera vez en 1931, diez años antes, y en el 41 era ya un tema legendario y obligado, con fans que la pedían implacablemente en cada show. Y este es nuestro décimo programa. Una canción con diez años para celebrar diez programas, que son diez años en nuestro viaje a bordo de la nave capitaneada por el maestro David Readman.
El último motivo es que ya no aguantaba más para pinchar a Cab Calloway. Nacido Cabell Calloway III en Rochester, Nueva York en 1907 Cab se convertirá en el director de una de las orquestas negras más importantes de Estados Unidos. El principe del scat, esa forma de improvisación vocal dadaísta y alocada. En el escenario todo parecía ser un caos, de humor, regocijo e inspiración, pero como sucede a menudo, todo ello era fruto de un director de orquesta sabio y calculador, metódico, disciplinado y… absolutamente salvaje. La mezcla de caos y orden que representa el jazz es la esencia pura de este caballero vestido en traje de zoot, sí ese que tenéis en mente, un estrambótico combinado de pantalones de cintura alta, anchos de pierna y estrechos en el tobillo, chaquetas largas y sombrero de ala ancha, el traje que afroamericanos, filipinos y otras minorías oprimidas elegían como orgulloso símbolo de su identidad. Sí, ese mismo traje que llevaba Malcolm X cuando delinquía. Ese traje de los discriminados latinos de California, que solo cien años antes había sido territorio mexicano. Ese era el traje que llevaba Cab Calloway en sus actuaciones. Un hombre que ha inspirado varias generaciones de creadores de canciones, shows y películas, entre ellas las mías. Una criatura superlativa. Una verdadera fuerza de la naturaleza encarnada en músico de jazz.